La transformación del sector del automóvil que se avecina es más bien una metamorfosis puesto que cambiará no sólo el producto sino también la forma de producirlo, la forma de comercializarlo y de usarlo. Así hemos titulado un informe sobre el presente y futuro del sector “Metamorfosis y renacimiento del sector de la Automoción en Catalunya” elaborado por CCOO de Catalunya. Se presentó el pasado mes de octubre en unas jornadas en el Centre de Formació de l’Auto de Martorell en Barcelona, en las que se debatió cómo afronta el sector del automóvil la revolución de la movilidad sostenible.
El cambio climático manda cesar los motores de combustión y reducir el consumo de energía. He ahí, la electrificación de la movilidad, el actual reto de la industria que ve descender el número de matriculaciones en Europa en medio de un clima incierto propagado por las medidas legales de reducción de emisiones, la fiscalidad del carbono y las limitaciones a los vehículos contaminantes para entrar en los centros urbanos. Los fabricantes han hecho cuanto han podido por alargar la vida al diesel y a la gasolina, advertidos ya hace más de una década, incluso con artimañas propias de la picaresca, sólo que de matriz alemana. Con ello han alargado una agonía que ahora se convierte en emergencia, no sólo climática sino también industrial porqué el sector de la automoción ha sido durante más de un siglo el emblema y la punta de lanza de la revolución industrial. En la cuarta revolución industrial el automóvil puede quedar rebajado o elevado, según se mire, a la categoría de electrodoméstico.
El vehículo eléctrico ha cogido a contrapié a unos fabricantes europeos y americanos que no hicieron los deberes a tiempo. La industria China i Coreana lidera, y con ventaja, las tecnologías y la producción de vehículos eléctricos o de baterías, que viene a ser lo mismo. La batería, por ahora de iones de litio, es el corazón por cuanto representa la parte de mayor valor añadido en un vehículo eléctrico (VE). A partir de ahí, desaparecen el resto de elementos mecánicos desde el motor térmico, las transmisiones, cajas de velocidades i diferenciales, embragues, cremalleras de dirección y cuanto uno pueda imaginar. La mayor parte de los mecanismos son eléctricos, es decir, motores, sensores, actuadores eléctricos, cables, circuitos, etc. Los fabricantes de baterías están en el continente asiático así como los grandes integradores de los conjuntos eléctricos. Sin una industria propia de todo ello no tendrá ningún sentido fabricar vehículos en Europa.
Los vehículos eléctricos forman parte de la lógica del cambio de modelo energético que está demandando el siglo XXI. Para mitad de siglo deberíamos haber sustituido por completo la energía del petróleo por un sistema de generación 100% renovable. Para ello es imprescindible electrificar la movilidad. En la nueva lógica, un vehículo será algo así como una batería con ruedas interconectada. Estará conectada a la red mientras no se le exija desplazamiento, transfiriendo bidireccionalmente energía al resto de electrodomésticos caseros que la demanden o bien recargándose desde la red de suministro o de autoconsumo doméstico en los momentos del día en que la producción eléctrica sea más rentable. De ello se deduce el papel clave de las baterías en el conjunto del sistema energético.
Digitalización y conectividad
Paralelamente, la digitalización y la conectividad global está haciendo ya que las generaciones más jóvenes hayan cambiado la manera en que planifican y ejecutan sus necesidades de desplazamiento. El patinete o la bicicleta antes que el coche o la moto. El coche o la moto de alquiler antes que el vehículo propio. El transporte público, y mejor todavía la intermodalidad gestionada a través de aplicaciones web, que ofrecen en todo momento rutas y soluciones al mejor precio y menor tiempo invertido. Pero la introducción de tecnología digital en el vehículo augura un futuro no lejano con vehículos autónomos con una función más de taxi que de vehículo privado. No es ciencia ficción. Ya existe la tecnología, sólo falta el periodo de prueba, a modo parecido al lanzamiento de un medicamento al mercado, para quitarle el volante al coche, En aquel momento habrá desaparecido para siempre el coche y sólo quedará el artefacto.
Esa es la revolución que sacude al sector del automóvil. En Catalunya y en el conjunto del Estado existe una potente industria de fabricantes y de empresas auxiliares de componentes, una red de concesionarios dedicados a la venta y postventa de vehículos, así como una importante logística dedicada a la exportación. Sería deseable no perder esa capacidad industrial que alberga un elevado número de empleos de calidad con trabajo digno, y genera una riqueza cercana al 10% del PIB. Para ello, el sector deberá tomar conciencia de cuál es la magnitud y sobretodo la cualidad del cambio, y emplearse en ello. Los gobiernos deberán entender que si no existe una estrategia de país con inversión y liderazgo público, el vehículo eléctrico difícilmente se fabricará aquí. Y con una producción cada vez más residual de coches tradicionales el sector languidecerá hasta desaparecer. Los cambios a los que se enfrenta la automoción son una oportunidad para reconvertir un sector muy maduro en nueva industria, aquella que suma la manufactura del VE y los servicios de movilidad aparejados en íntima relación con otros sectores como el de la energía renovable o las industrias relacionadas con la economía circular.