En esta campaña electoral se ha invocado con insistencia la necesidad de constituir un gobierno fuerte y estable que acometa reformas inaplazables, omitiendo que un principio básico para conseguir estabilidad reside en la coherencia de las políticas, en la cohesión social y, en última instancia, en el fortalecimiento diario de la legitimidad democrática mediante políticas inequívocas centradas en el interés general.
Mercado de trabajo, fiscalidad, vivienda y protección social, transición energética e igualdad son los ejes imprescindibles que deben guiar la política económica que haga frente a una desaceleración internacional a la que, con mejor o peor suerte, España no escapará.
Una regulación laboral disfuncional, que cronifica la precariedad y la desigualdad, así como la necesidad de dar respuesta al cambio climático, requieren la intervención del Estado en la economía, algo que no está en el ADN de las fuerzas liberales y conservadoras. La necesidad de cambio de paradigma en la política económica empieza a ser una evidencia ante la que no caben excusas.
El gobierno que surja de las elecciones el próximo 10N no puede volver a fallar a los ciudadanos más vulnerables. Hacerlo tensaría los mimbres de las estructuras democráticas hasta niveles no testados. La fortaleza y estabilidad del próximo gobierno depende mucho más de la respuesta que se dé a la precariedad laboral y al cambio climático, que de la simple aritmética parlamentaria. Por eso, la coherencia de la política económica no puede depender de una gran coalición, explícita o tácita, que obviase o aplazase las reformas necesarias.
La mayoría progresista se ha constituido en torno a nuevos consensos sociales que rechazan la precariedad del empleo, la inequidad de los impuestos, la pobreza infantil, el deterioro de los servicios públicos y la discriminación de género, al mismo tiempo que exigen una respuesta decidida y socialmente justa al cambio climático. A esa mayoría es necesario darle una respuesta que reconstruya y regenere su confianza en la política.
Desde Economistas Frente a la Crisis identificamos los siguientes ejes de actuación prioritaria. Tienen como objetivo fundamental el fortalecimiento de la cohesión social y la responsabilidad medioambiental. Nada de esto puede ponerse en marcha sin antes reconocer la necesidad de que el Estado adopte un papel activo en la economía, a través de la regulación, de la planificación y de la gestión de la demanda mediante los instrumentos de política económica disponibles, de manera particular de la política fiscal. Observamos con preocupación el arrinconamiento de estos postulados básicos de la socialdemocracia.
1- Terminar con un mercado de trabajo precario, inestable e ineficiente
La reforma de 2012 ha reforzado aún más el poder del empresario para establecer unilateralmente salarios y condiciones de trabajo. En un contexto de desaceleración, la mayor capacidad discrecional del empresario para amplificar los ajustes, alimentará la destrucción de empleo y la espiral negativa para la actividad económica y la igualdad. Un gobierno progresista debe revertir esta situación.
2- Aumentar la progresividad y la capacidad recaudatoria de los impuestos.
España necesita recorrer cuanto antes la brecha fiscal que nos separa de la eurozona, fortaleciendo la capacidad redistributiva del sistema fiscal, implantando nuevos tipos impositivos que graven los espacios donde se genera el nuevo valor añadido en los sectores financieros y digital y contribuyendo a la lucha contra el cambio climático.
3- Priorizar la vivienda, mejorar la protección social y luchar contra la pobreza.
Es necesario afrontar la doble precariedad laboral y residencial de los jóvenes. La situación de la vivienda, es un nuevo factor de marginación y expulsión que afecta a las capas más débiles de la población. Acabar con la lacra de la pobreza debiera ser prioritario en el diseño de la política económica.
4- Impulsar la transición energética y ecológica y hacerla socialmente justa
Los efectos del cambio climático obligan a reorientar la política energética hasta alcanzar la descarbonización total de la economía. Se trata de un objetivo ambicioso que obliga a acometer una reforma del mercado de la electricidad que contribuya a que el Sector Eléctrico emprenda su propia descarbonización y tenga como objetivos la competitividad de la economía y la aportación de certidumbre a empresas y consumidores.
5- Dar un salto adelante en la igualdad entre hombres y mujeres.
La sociedad española clama en la calle en favor del respeto a las mujeres y la igualdad de género. La nueva legislatura es una oportunidad única para dar un gran salto adelante en la eliminación de toda forma de discriminación y desigualdad y desarrollar políticas públicas de cuidados que incentiven la implantación de servicios de proximidad (guarderías, hospitales de día…) en las ciudades y complemente la aplicación rigurosa de los permisos parentales, y el desarrollo de campañas que fomenten la corresponsabilidad entre hombres y mujeres en estas tareas. El reforzamiento efectivo de las políticas de apoyo a la igualdad de la mujer, a la infancia y a la integración de los inmigrantes supone la mejor manera de combatir los planteamientos retrógrados y xenófobos que amenazan nuestra democracia y frente a los que no cabe la tibieza.
Ante esta situación política, Economistas Frente a la Crisis considera que es preciso la movilización de las fuerzas progresistas:
- Es preciso hacer un nuevo esfuerzo para asentar una mayoría parlamentaria de progreso. Hacemos un llamamiento al voto masivo de las ciudadanas y los ciudadanos comprometidos con el progreso, la equidad y la sostenibilidad medioambiental.
- Los partidos de la izquierda deben dar prioridad y anteponer, a cualquier otra consideración, la aplicación efectiva de los programas políticos dirigidos a realizar las reformas progresistas que necesitan los ciudadanos y que está esperando el país.
- Un consenso sobre los contenidos de la acción de gobierno es un elemento básico y fundamental en este momento para asentar cualquier acuerdo que permita dar estabilidad política a una legislatura progresista.
Los reproches y enfrentamientos deben ser superados en aras a la importancia y gravedad del momento. Las expectativas, anhelos y necesidades de los ciudadanos no pueden resultar de nuevo frustrados. Los intereses particulares y las tácticas carentes de miras deben ser sustituidos por la capacidad para responder a la oportunidad que esperan los ciudadanos. Un nuevo fracaso no es posible.