La UGT se encuentra a las puertas del 42º Congreso Confederal, que se celebrará en Madrid el próximo mes de marzo. Todos los Congresos tienen una gran importancia; no en vano, se trata del máximo órgano de debate y decisión de la organización. Sin embargo, el que viene debemos afrontarlo como un momento especialmente relevante para nuestro sindicato y que se haya adelantado un año no es un aspecto menor.
Todos las organizaciones y dirigentes de la Confederación que hemos compartido las políticas de la Comisión Ejecutiva Confederal, entre los cuales me incluyo, tenemos que asumir la responsabilidad de las decisiones de los últimos años, pero entramos en un tiempo nuevo en el que la UGT debe introducir elementos de cambio para afrontar el futuro de manera sólida. Y este Congreso marcará el punto de inflexión. Los delegados y las delegadas debemos asistir con esta perspectiva, para hablar de todo, sin ataduras ni tapujos, y no contra nadie sino a favor de la organización, para cerrar sin fisuras un capítulo de nuestra historia y comenzar otro en el que el centro de nuestros esfuerzos sea la defensa de los derechos laborales y de la clase trabajadora.
En primer lugar, tenemos que culminar la nueva estructura marcada por la reorganización sectorial, agrupando los sectores en tres grandes federaciones (industria, servicios y servicios públicos), y la sectorización de las propias federaciones. Esta nueva organización, que debe desarrollarse plenamente, con mucho diálogo y respeto, y que debe tener en el centro a las secciones sindicales -incluidas las estatales-, va a dotar al sindicato de una mayor agilidad y va a facilitar la participación de los trabajadores y las trabajadoras en la organización. Entre otros aspectos, en esta nueva etapa la UGT debe contar con la participación activa y directa de los delegados y delegadas en la toma de decisiones, tanto de negociación colectiva como en los grandes acuerdos de concertación.
Otro de los temas a abordar en nuestra organización es la transparencia. Nuestro trabajo en el último mandato se ha visto ensombrecido por la actuación ilícita y poco ética de algunas personas del sindicato –convenientemente amplificada por algunos medios-, y los primeros sorprendidos hemos sido nosotros. Nuestra organización no estaba preparada para convivir con estas prácticas. Pero ya es hora de superar el shock inicial y de actuar con firmeza, dotándonos de herramientas para evitar que se repitan estas situaciones y para explicar con transparencia el origen de nuestras finanzas. La publicación de los convenios con las distintas administraciones, la autorización necesaria por parte del sindicato para que alguien forme parte de un consejo de administración o la creación de un código de incompatibilidad para los cargos sindicales deben ser algunas de ellas.
Y, por último, el sindicato tiene que adelgazarse por arriba. En un momento de tensiones económicas, las Federaciones Estatales y la Comisión Ejecutiva Confederal deben realizar un plan de viabilidad que permita drenar recursos de la organización hacia las estructuras de base. Este plan de viabilidad deberá reproducirse en cada uno de los territorios, de tal manera que podamos dedicar más recursos a las estructuras que ofrecen la atención y los servicios a los trabajadores y las trabajadoras.
Así es como nos planteamos el Congreso Confederal que nos reunirá en apenas dos meses. Un Congreso del que hay que salir con los deberes internos hechos, con una organización en plena forma y preparada para presentar propuestas políticas que mejoren la vida de los ciudadanos y las ciudadanas.
Y bajo estas premisas trabajamos, junto a otros compañeros y compañeras, en una candidatura para dirigir la Confederación durante los próximos cuatro años. Y digo trabajamos porque la decisión todavía no está tomada en firme. No se trata de una carrera ni personal ni presidencialista, sino de un proyecto colectivo que algunos compañeros me han pedido que lidere y en el que creo que puedo aportar mi experiencia. Respetando el procedimiento que marca el sindicato –porque creemos que hay que respetarlo- estamos presentando nuestra propuesta en los congresos de las diferentes organizaciones que forman la Confederación, debatiendo y recogiendo sus propuestas.
Nuestra candidatura depende de tres requisitos. Si después de esta ronda que nos llevará por todos los territorios para proponer, pero sobre todo para escuchar, logramos un PROYECTO que permita al sindicato recuperar la ilusión; un EQUIPO de mujeres y hombres con diferentes acentos –como es nuestro país-, diferentes edades y capacidad de liderazgo, que permita la continuidad del proyecto, y el APOYO necesario (el aval de un 25% de los delegados y delegadas al Congreso Confederal), daremos un paso al frente para liderar los cambios que la UGT necesita para adaptarse a los nuevos tiempos.
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