La comunicación, el intercambio de palabras, ideas, se ha desplazado inexorablemente a
la ausencia real del emisor o del receptor; incluso de los dos. Ni tan siquiera se puede
asegurar el feedback salvo que respondan con un “guiño” como mínimo. Hemos asistido,
en estos últimos años, a la muerte del espacio mínimo de 50 cm entre las relaciones
interpersonales y comunicativas sociales, para instaurar una comunicación virtual y a
muchos metros o kilómetros de distancia, una comunicación basada en la irrealidad
subjetiva de la imaginación, un acto comunicativo al albur, en gran medida, de las
expectativas, deseos y miedos, fantasmas y espectros mentales, configuraciones
emocionales baldías cuya realidad, en su sentido tradicional, brilla por su ausencia.
Se trata de una comunicación siempre pendiente, estática, a la espera de que alguien le
dé por contestar y con ello mantenemos la seguridad de que alguien lo ha leído, visto o
escuchado. Después necesitaremos que por lo menos contesten a ese estímulo o la
comunicación (cómo acto) habrá fracasado de nuevo.
Todo este abanico de redes sociales: Facebook, Twitter, Telegram, WhatsApp, etc….
Tienen la ventaja y la potencia de la espontaneidad y de lo instantáneo, incluso a miles
de kilómetros, pero el inconveniente de la impersonalidad, cuando no de la mentira en
aquellos llamados “perfiles falsos”, con su palabra técnica en inglés que no escribo
porque no me hace falta; es un grave problema; así pues podemos tener, si realmente
existe, una comunicación totalmente fraudulenta o incluso peor: totalmente dirigida y
controlada para hacer daño, crear espacios de opinión y/o de ideas específicos o
convencer a quién esté al otro lado; en definitiva una nueva medida de control social.
Cómo, al parecer, esto ya lo sabemos, y ya tenemos claro lo que es verdad y lo que no;
por eso hablamos de noticias falsas (llamadas fakes) cuando son puramente basura y
mentira; no hacen falta neologismos o eufemismos. Estamos asistiendo día tras día al
uso de estas técnicas y argumentos por parte de los medios de comunicación totalmente
dirigidos, la política y sus integrantes en general, y muchos otros poderes; pero nosotros
no aprendemos, mejor incluso, encima lo copiamos y lo reenviamos; eso nos da la falsa
seguridad de tener el control y si luego resulta no ser cierto que más da?, siempre
podremos decir que la culpa es de la primera fuente que lo publicó y sin problemas.
Localización y control
Pero aun hay más, la localización, el control total de dónde estás, lo que haces, cuando
lo haces, cómo lo haces, con quién estás en cada momento, incluso lo que comes, cenas
o bebes. El espionaje de tu vida cotidiana.
Todo este control : Esa especie de “ojo del gran hermano que todo lo ve” es (en gran
medida) por nuestra culpa, por nuestra integración en estas redes, pero está claro que
es, para muchos, muy difícil deshacerse de toda esta tendencia social mayoritaria y de
su uso; aquí cabría alguna pregunta acerca de la felicidad, soledad, plenitud y
honestidad de cada uno consigo mismo. Pero ahí queda la reflexión.
Lo que pretendía y realmente tendría que ser una muy buena herramienta tanto del
mundo laboral, como incluso del personal o familiar, acaba siendo un escaparate
controlado por muchos ojos en tu pequeña parcela de existencia en este mundo.
Siempre habrá un ejército de personas dispuestas a hurgar en tu vida, en ese
escaparate, ya sea por curiosidad, por “chafarderío” malsano, por órdenes de su
pretendido líder o líderes, por envidia, por miedo, quién sabe?.
En ese anonimato que nos da cada perfil, y se pueden tener muchos y variados, podemos
ejercer todas nuestras paranoias con auto personajes diferentes. Creo que se trata de
una muy mala noticia que nos podamos encontrar espiados, seguidos, controlados,
dirigidos, increpados, etc…. por lo que en nuestro escaparate (perfil, muro, etc)
aparezca; incluso por gente cercana, vecinos, amigos, etc.
No entiendo porque hay personas que se quejan de las cámaras de vigilancia de la vía
pública, cuando ellos mismos publican hasta la foto de la ropa que se prueban en el
vestuario de una tienda en concreto y que todo el mundo sabe localizar. O sus gustos en
helados y en que parque se para y se sienta a comerlos. Bueno las personas, somos (en
general) un mundo muy contradictorio y, por supuesto, así nos va.
Yo por lo pronto hace tiempo abandoné alguna red social y cada vez más, me voy
liberando de sus tentáculos y dependencia. En breve, para mi intra-reconocimiento
personal y mi crecimiento interior deberé abandonar todo contacto virtual (salvo cómo
herramienta de trabajo) para poder reencontrar ese espacio de tranquilidad, sosiego,
paz, claridad y felicidad que sólo es mío, que me pertenece y en el que puedo pensar
con transparencia y sin interferencias, controles y demás tonterías.
Este es mi mensaje actual o “twit” en mi perfil de Twitter, es hace un mes y no he
vuelto a entrar……. estaré pasando o habré pasado ya el “mono”? :
“Les xarxes socials no són perilloses; el que té perill de debó és aquell/a que fa una
utilització de les mateixes per inmiscuir-se, criticar i burxar en el perfil d’altri i així
poder donar-li sentit i plenitut a la seva mediocre vida i la seva patètica existencia”.
Siempre nos quedará aquella expresión de Fernando Fernan Gómez (quizás fruto de un
mal momento o carácter, pero que fue definitiva) : A la mierda!!!! (con perdón).